YO NO ME LO EXPLICOUna de las cosas que descubrí en el año 2001 fue la radio; claro está que ya estaba inventada pero fue el año en que por primera vez me puse en serio ante un micrófono; la experiencia de aprender a manejar los mandos del control y conseguir que la voz o la música salga al aire, confieso, fue un auténtico descubrimiento para mi; en mi imperfección hay una habitación bien grande llamada sorpresa y perplejidad. Sinceramente, yo no me explico como sucede todo aunque haya no sé cuántas leyes físicas, pero para mi sigue siendo un misterio tan grande como el hecho de que un avión con no sé cuántas toneladas de peso pueda sostenerse horas y horas en el aire; igual algún día comparto mi lista de perplejidades y cosas que no comprendo.Pero más que el artefacto de la radio o el vuelo del avión me resulta inexplicable por qué Dios me ama. Era la noche del 23 de Abril de 1970 cuando acepté a Jesucristo como Salvador de mi vida; aquella jornada comenzó un viaje con trascendencia eterna, y confieso que cada día que pasa me resulta más increíble e indescriptible el amor que Dios tiene para conmigo. Hay todo un tratado de leyes físicas para explicar por qué la señal que recibe el micrófono se puede luego transmitir y no sé cómo llegar al receptor de radio, todo se puede describir, pero tratar de explicar el amor de Dios es algo más apasionante aún pero imposible de escribir. F.M. Lehman, autor de distintos cánticos, expresa magistralmente esto que quiero compartir en su tema "¡Oh, amor de Dios!" al decir: "¡Oh, amor de Dios! Su inmensidad el hombre no podría contar; ni comprender la gran verdad, que Dios al hombre pudo amar" Porque dentro de lo que entendemos como lógica, dentro de lo que entendemos como leyes naturales o físicas, no podemos englobar ni explicar el amor de Dios. Pero sobre todo, no tiene sentido pretender explicarlo, porque excede a todo parámetro que podamos imaginar.
Ahora bien, igual que me sucede con la radio, los aviones o no sé cuántas cosas más, también me ocurre con el amor de Dios: cada vez me apasiona más. Cuando vuelvo de la emisora a casa mi esposa suele preguntarme: "¿qué tal hoy?" Y mi respuesta suele ser, poco más o menos, la misma: "esto engancha cada vez más". Ya sé que las comparaciones son odiosas pero cuando dejamos que el amor de Dios inunde nuestras vidas sentimos que, sanamente, cada vez nos apasiona, engancha, seduce, arrastra, envuelve y deseamos que cada día crezca. Dios manifiesta su tremendo amor a través de la persona de su hijo Jesucristo, no solamente permitiendo sino haciendo que éste naciese en Belén y años más tarde fuese a la cruz, no como un héroe, sino como el sustituto mío, pagando el precio de mi pecado. ¡Eso es amor! En la primera epístola de Juan leemos que “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”, y aquí no es un juego de a ver quién ama primero sino una realidad: Él ama al ser humano a pesar de que sabe cómo es el ser humano. Y la Biblia es bien explícita, clara y nítida: “no hay justo ni aún uno”; es inexplicable que a pesar de nuestra condición Dios nos ame.
Quizá una de las cosas que me resultan más incomprensibles es el dato de que Dios es amor. No es que Dios tenga amor sino que parte de su esencia es amor. Los seres humanos somos capaces de amar, de expresar y tener amor, pero no somos amor. ¡Qué gran abismo nos separa de Dios! La Biblia nos presenta la realidad del amor de Dios, de ese amor que es Dios, en el tiempo presente: "Dios es amor"; no es algo que fue en el pasado, no es una fuerza que terminó porque dejó de ser joven; no es, tampoco, algo que vendrá en el futuro, y de momento solamente es amable; tampoco es algo que es en el tiempo presente pero no lo fue en el pasado ni lo será en el futuro. La radiografía bíblica del amor de Dios es en tiempo continuo.
Ahora bien, Dios es amor pero no es tonto, y esto lo digo con el mayor de mis respetos. Algunas personas piensan, entiendo equivocadamente, que como Dios nos ama tanto va a pasar por alto sus pecados y pueden vivir la vida que quieren porque al final Dios les va a perdonar todo. Precisamente porque Dios es amor ha enviado, repito, a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados. Si, una de las características de ese inmenso amor de Dios, es que es un amor sincero, no fingido y le dice al hombre, nos dice a la especie humana: tú has pecado. Amar no es ocultar a la persona su condición sino proveerle de lo necesario para salir de su calamitoso estado. Me apasiona, y por ello es algo que cada día me sumerge más y me apasiona con mayor ímpetu, considerar que, como dice la Biblia, Dios ha pensado en cada uno de nosotros desde antes del comienzo de los tiempos. ¡Qué inexplicable: nos conoce pero nos ama!
Mi querido amigo, debo concluir esta reflexión sencilla pero sincera. Quizá sepas que Dios es amor, quizá sepas que Dios te ama; no nos calentemos la cabeza intentándonos explicar por qué o cómo u otras posibles razones: sencillamente, ¡disfrutemos su amor!
Jonathan BernadSE RECUERDA QUE PARA LA PUBLICACIÓN DE CUALQUIER ARTÍCULO DE ESTA WEB CONSULTAR PREVIAMENTE POR E-MAIL.www.cristianoimperfecto.com
E-mail:cristianoimperfecto@cristianoimperfecto.com