NACER DE NUEVO

Sin lugar a dudas, el tema del Nuevo Nacimiento no es sólo fundamental a lo largo de las Sagradas Escrituras, sino que es el objetivo básico de las mismas. Jesucristo bajó a la tierra con la finalidad de "buscar y salvar lo que se había perdido" según Él mismo confesó y recoge fielmente el evangelista Lucas en su capítulo 19 y versículo 10. A través de la meditación de la conversación mantenida con Nicodemo sabremos qué es el Nuevo Nacimiento. Veamos, pues, cómo fue esta entrevista y saquemos, con la ayuda del Espíritu Santo, conclusiones. Dice S. Juan 3:1-16:
"Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; pero ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna."

El evangelista Juan, no muy dado a descripciones personales, nos presenta una nítida descripción de quién venía a hablar con Jesús: "un hombre de los fariseos" (v. 1). Los fariseos, generalmente, en el Nuevo Testamento, son vistos siempre en un sentido negativo por su forma de actuar, debido a su manifiesta hipocresía. Según sigue explicando el evangelista, Nicodemo era un miembro del Sanedrín judío, órgano que tenía notable prestigio en la sociedad de aquel entonces. El hecho de ser un personaje público, sin lugar a dudas, aclara el por qué vino a Jesús de noche; era un hombre que actuaba con cautela. En los tiempos bíblicos los nombres propios de las personas denotaban cómo era su forma de actuar y su carácter; Nicodemo significa "victorioso entre el pueblo", es decir que un hombre victorioso no significa que sea imprudente; su cautela le lleva a ir a casa de Jesús de noche y le saluda de una forma muy singular: "sabemos que has venido de Dios como maestro"; es indudable que Nicodemo estaba convencido e impresionado por la persona de Jesús. Había muchos maestros judíos, pero su autoridad derivaba única y exclusivamente de la tradición de las escuelas rabínicas. Nicodemo reconoce que Jesús está aprobado por Dios por las señales que hacía; evidentemente, eran señales de autenticidad.

Ahora bien, es interesante notar cómo responde Jesús a Nicodemo. No es que el Maestro no tomase en consideración la cortesía de aquel hombre principal, sino que entiende cómo está su corazón. Del mismo modo, Jesús igualmente sigue estando hoy interesado en tu alma; un conocimiento intelectual o formal de la persona de Jesucristo no es suficiente. "De cierto, de cierto te digo" (v. 3) denota la importancia de lo que seguidamente será dicho: "el que no naciere de nuevo". En el sentido original de la expresión "de nuevo" conlleva la idea de "de lo alto", es decir, que ese renacimiento tiene un carácter auténticamente espiritual; probablemente Jesús quería hacer hincapié en esta última acepción, cosa que según vemos por el discurrir más inmediato de la conversación, Nicodemo no entendió. ¿Qué sucede si no se nace de nuevo? Pues que no se puede ver el reino de Dios. Esta expresión, quizá más usada en los otros evangelios, hace alusión a la soberanía que Dios ejerce, no tanto a donde El gobierna. Es interesante comprobar como en el versículo 3 Jesús dice que sin nacer de nuevo no se puede ver el reino de Dios y en el versículo 5 expresa que sin nacer de nuevo no se puede entrar en el reino de Dios. El Nuevo Nacimiento no es consecuencia de ver el reino de Dios, o de entrar en él, sino que es anterior a todo ello. Al respecto no podemos por menos que cotejar la expresión del versículo 36 de este mismo capítulo donde dice que "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida". La respuesta de Jesús sorprende a Nicodemo quien pregunta nuevamente a Jesús, indudablemente con toda sinceridad: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Resulta, por lo menos, curioso encontrar que un maestro en la ley judía hiciese una interpretación tan literal de las palabras de Jesús. Probablemente esa también haya sido nuestra reacción y respuesta cuando hemos oído por primera vez estas palabras. Aquel hombre entendía que únicamente se podía ver el reino de Dios, que era lo que realmente le interesaba a él y motivaba su visita a Jesús, si se nacía físicamente de nuevo, lo cual, evidentemente, era y es todo un absurdo.

¿Cómo aclara Jesús la perplejidad y confusión de aquel hombre? Los versículos siguientes, sin género alguno de duda, son la explicación a todo ello. "El que no naciere del agua y del Espíritu" alude a dos cosas importantes. El agua alude al lavamiento de pecados, es decir, limpiando la mancha del pecado que existe en el hombre. Pero es indudable que la acción principal y originaria, según podemos observar en todos los versículos del texto leído, es la acción del Espíritu. El espíritu es la misma palabra griega que aire, soplo ‘pneuma’ (versículo 8). Es inmensamente interesante notar las veces en que esta palabra es usada en las Sagradas Escrituras. En la creación del hombre está el aliento, el soplo, el ‘pneuma’ de Dios: "El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). En el mismo evangelio de Juan, en el capítulo uno versículos doce y trece encontramos que el Nuevo Nacimiento es únicamente venido de Dios y es imposible que sea de acción humana: "A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de voluntad de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios". Es interesante notar que la misma expresión es la que se repite en los versículos presentes de nuestro texto de Juan 3, versículo 6: "lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del ‘pneuma’, ‘pneuma’ es", es decir, lo que nace de Dios tiene sello de calidad divino. Precisamente el verbo usado por Jesús en esta conversación para "nacer" es ‘gennao’ que quiere decir engendrar; otras veces se habla de nacimiento en el Nuevo Testamento pero es con otras expresiones verbales que indican la idea de ‘dar a luz’, ‘venir a ser’, etc., pero aquí no. "Gennao" es el mismo verbo que se utiliza en los textos que acabamos de leer en Juan 1:12-13. En otras palabras, Jesús dice a Nicodemo: "el que no sea engendrado con el pneuma de arriba no puede ver el reino de Dios".

Ahora bien, todo es auténticamente maravilloso, ya que "el viento sopla de donde quiere, y no sabemos de dónde viene ni a dónde va". Al igual que es imposible explicar este fenómeno tan conocido para el ser humano, es un milagro para el hombre el Nuevo Nacimiento. Alguien expresó que la operación del Nuevo Nacimiento está más allá del dominio humano. Sin lugar a dudas, y no es recurso de mal orador, es imposible explicar en su totalidad el Nuevo Nacimiento. Cuando hablamos de un milagro, al igual que hace la Escritura, simplemente hacemos constatación de ello y nada más.

Cuando me proponía preparar la presente reflexión pregunté a algunos que se saben ciertos haber nacido de nuevo que, por favor, en pocas palabras me explicasen qué es el Nuevo Nacimiento. Por supuesto que hubo respuesta según el interlocutor, pero todos coincidieron, al igual que hace las Sagradas Escrituras en algo: cambio interior. Esto es lo que Jesús explica a Nicodemo: lo que es nacido de la carne, carne es. Permítaseme usar un momento la imaginación: aunque el hombre fuese genéticamente perfecto, si no nace del Espíritu, siempre tendrá necesidad de nacer de nuevo. Siempre me causó impacto el siguiente texto en Jeremías 13:23 "¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? De igual modo, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados (o siendo por naturaleza) al mal?". Mis interlocutores también coincidieron en que el Nuevo Nacimiento tiene manifestaciones en la vida de quien es renacido. Por la Biblia podemos decir que un cambio de costumbres o hábitos no significan Nuevo Nacimiento; religiosidad desbordante, buenas obras, ser socialmente correctos, aunque loables tampoco significan Nuevo Nacimiento; todo ello vendrá como consecuencia del Nuevo Nacimiento, pero nunca serán el preludio del mismo.

Nacer de Nuevo es, como su mismo enunciado dice, ser renacidos. ¿Qué es esto? ¿Qué dice la Biblia que es esto? Es estar en Cristo. Según leemos en 2ª Corintios 5:17 "Si alguno está en Cristo nueva criatura es; las cosas viejas pasaron". Podemos, a la luz de este texto preguntarnos qué son las cosas viejas: diremos que, básicamente, es el amor al pecado y la práctica del mismo; no significa esto que el creyente en Jesucristo no peque más, sino que intentará evitarlo con el poder que Dios da; si peca, no necesita volver a renacer, pues el renacimiento es una sola vez y para siempre; dicho en palabras bíblicas, cuando nacemos de nuevo somos sellados por Dios. El Nuevo Nacimiento hace que nuestros deseos no sean los mismos de antes (no es que ahora sean manipulados o eliminados) sino que ahora son de acuerdo a lo que Dios espera. Estar en Cristo es ser nuevas criaturas y dada la imposibilidad expuesta por el mismo Nicodemo de volver al vientre de nuestra madre, esta nueva creación es, evidentemente en Cristo y a través de Cristo. Según nuestro mismo texto de Juan 3:1-15, nacer de nuevo es creer en el Hijo de Dios. La finalidad, tal como decíamos al comienzo de la presente reflexión, de la venida de Cristo a la tierra es salvar de condenación eterna a los que en él creen, es decir, que el hombre pueda nacer de nuevo. Ahora bien, creemos que es voluntad de Dios que todos los hombres experimenten el Nuevo Nacimiento, pero es responsabilidad del hombre como persona e individuo el aceptar ese ofrecimiento que Dios hace. El hombre nuevo, la persona que renace en Jesucristo es un ser "creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Efesios 4:24).

Pero podemos hacernos otra pregunta más acerca del Nuevo Nacimiento: ¿a qué se ‘nace’ con el Nuevo Nacimiento? Dejemos que sea el mismo Jesús quien nos desvele esta pregunta ya que también lo hizo a Nicodemo: versículo 15 "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Es interesante notar esto bien: a vida eterna. El que nace de nuevo nace a vida eterna, repito. El epíteto o adjetivo eterno significa indestructible. La vida humana tiene nacimiento, desarrollo, y muerte. La vida eterna puede ser comparada únicamente en los dos primeros términos: nacimiento y desarrollo, pues una de las singularidades del carácter del nuevo nacimiento es que resulta sin final de muerte: no tiene final, siempre hay y habrá vida. Pablo, finamente, expresa esto en Romanos 8:38-39: "Estoy convencido que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni poderes, ni cosas presentes, ni cosas por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada será poderosa para separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor". Es importante, ya que la Biblia así lo señala, tener en cuenta este aspecto del Nuevo Nacimiento: es con destino eterno. Pero hemos de hacer una anotación importante en esta característica: ¿por qué es para eternidad el Nuevo Nacimiento? Porque, como hemos leído con anterioridad somos engendrados de parte de Dios y Él es eterno; permítaseme decir que va en la genética del Nuevo Nacimiento el hálito de eternidad. La vida eterna no es algo que viene en el momento de la muerte, sino que se empieza a disfrutar y convivir en ella en el momento en cual aceptamos a Jesucristo como Salvador, es decir, somos renacidos.

Reflexionábamos anteriormente que el nuevo nacimiento conlleva desarrollo. La Biblia al crecimiento lo llama santificación, es decir, crecimiento en la gracia y poder de Dios. No somos más hijos de Dios en función del tiempo que llevemos de renacidos, al igual que no somos más hijos de nuestros padres naturales por tener más edad, pero si que les apreciamos más, y tenemos más conocimiento de ellos con el transcurrir de los años.

Y quisiera concluir esta reflexión con cuatro aspectos que, aunque dichos, no dejan de ser importantes: 1º) El Nuevo Nacimiento únicamente puede venir de Dios; 2º) Es imprescindible para tener vida eterna  haber nacido de nuevo; 3º) La persona tiene la responsabilidad de dejar que Dios haga de él o ella una nueva criatura; 4º) Nacer de nuevo es necesario para el hombre, no por teoría o afán de un servidor, sino que es expuesto por el mismo Jesús. Echar un vistazo al concepto bíblico del Nuevo Nacimiento debe permitirnos a aquellos que somos nacidos de nuevo comprobar cómo está nuestro crecimiento. Observar qué es el Nuevo Nacimiento nos lleva a todos a hacernos la siguiente pregunta: ¿He nacido yo de nuevo?  Dios quiera que así sea.

Jonathan Bernad
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